Con más de 8 millones de personas vacunadas con al menos la primera dosis, el proceso de vacunación contra el coronavirus en Chile se ha realizado de forma rápida y efectiva. Aunque, al revisar los números en detalle, quedan algunos puntos de preocupación de cara a conseguir la inoculación masiva en el país.

A nivel mundial, hemos sido considerados como el país que más rápido ha administrado alguna de las vacunas disponibles a la población objetivo, superando los números de porcentaje de población de países desarrollados como Israel, Estados Unidos y parte de Europa. Pero, si nos detenemos a revisar el ritmo de vacunación según edades, se puede ver que las personas mayores y los grupos considerados como de riesgo por las autoridades cumplieron rápidamente con el proceso. En cambio, a medida que la vacuna se fue abriendo a personas más jóvenes y sanas, esta cifra fue declinando.

De hecho, si se revisan cifras oficiales, las personas mayores de 60 años cuentan con un promedio de vacunación superior al 85%. Mientras, entre los 40 y 49 años, donde el proceso ya involucra a gente sin enfermedades crónicas, sólo se llega a un 63%.

El problema es que este recelo ante la vacunación ya ha retrasado el proceso en casi un mes. Si bien la expectativa para la inmunidad de rebaño según las autoridades era para julio/agosto de este año, el cálculo ya se modificó hacia septiembre de 2021, lo que retrasa el proceso de retorno a la normalidad en medio de la crisis sanitaria y económica que vive nuestro país.

"Por supuesto que la vacunación nos ayudaría a volver un poco a esa normalidad. Hoy en día nadie se preocupa por tener sarampión o hepatitis, todos nos vacunamos en automático y listo. Lo mismo debe pasar con el Covid-19 en algún tiempo"

, destaca Paula Becerra, Subgerente de Operaciones de ATCOM.

¿Cómo puede impactar esto al día a día de las personas?

Además del interés sanitario que conlleva el proceso de vacunación, la idea de disminuir la cantidad de posibles infectados y el ir deteniendo progresivamente el avance del virus aparece como la única opción viable a la hora de pensar en un retorno a las actividades comunes que las personas realizaban antes del comienzo de la pandemia. Incluida la industria del trabajo.

Si vemos el caso de países donde la vacunación se encuentra avanzada y el virus ha sido controlado, como Israel y Nueva Zelanda, la población ya se encuentra prácticamente sin restricciones de movilidad ni reunión.

En tanto, este fin de semana España decidió acabar con el estado de alerta y el toque de queda en el país, mientras que Alemania y Francia flexibilizaron las restricciones impuestas debido a las mejores cifras que presentan actualmente de cara a la pandemia, incluso con una vacunación más lenta en proporción a la que se ha realizado en Chile.

Con esto, Europa ha comenzado a regularizar la apertura de lugares como restaurantes, museos, cines y estadios, además de un impulso paulatino al turismo local e, incluso, internacional. Esto, dirigido principalmente a aquellas personas que posean la “cédula verde”, documento en proceso de implementación que ratifica que la persona ha completado su proceso de vacunación.

De esta manera, también se ha abierto el retorno gradual al trabajo presencial, algo clave para retomar las actividades tradicionales.

"La pandemia ha afectado desde distintos puntos de vista. Lo más directo es la salud mental y emocional de cada uno, y eso puede generar roces, incomodidad e incluso estrés en muchos de nosotros. También está el teletrabajo y sus complicaciones, el compartir espacios en casa y mezclar reuniones de oficina con el comportamiento de niños, colaciones, horarios, compartir internet, etc. Toda esta adecuación ha requerido sin duda flexibilidad y buena voluntad de todos los afectados, desde las jefaturas, los trabajadores, las familias y los niños"

, puntualiza Paula Becerra.

Carnet verde: La opción para un registro abierto

Al ver lo que ha ocurrido en el resto del mundo, las autoridades de nuestro país también han comenzado a plantear la posibilidad de implementar un carnet verde para las personas que hayan cumplido 14 días después de su segunda dosis, buscando impulsar un aumento en la vacunación.

Así, se podría tener un registro más amplio y abierto de las personas que se encuentran vacunadas en Chile, abriendo las puertas a que los inoculados puedan retornar a actividades de recreación que actualmente se encuentran prohibidas, además del retorno a la actividad laboral de forma presencial.

De todas formas, la discusión se mantiene entre las autoridades por la validez que podría tener esta certificación y por la complejidad que traería a la hora de propagar los posibles contagios entre personas ya vacunadas, las cuales aún pueden sufrir la enfermedad o contagiar a terceros.

En este escenario, Paula Becerra argumenta que

"todavía no tenemos carnet verde, y en verdad no veo clara su implementación por el riesgo político que implica. En algún tiempo más será tan normal pedir el carnet verde como pedir el carnet de vacunas, como cuando los niños ingresan al jardín. Pero, por ahora, lo importante es que nos vacunemos por prevención, autocuidado y respeto a la vida de todos."

, puntualiza Paula Becerra.

Confianza en la vacuna

A pesar del descenso en el ritmo del proceso de vacunación, la inoculación sigue apareciendo como la mejor forma de combatir el avance del coronavirus en el mundo.

Las vacunas que se administran en Chile tienen una efectividad mayor al 50% a la hora de evitar contagios y más del 90% al momento de evitar una enfermedad grave, mientras que también evitan la propagación en un 67%, cifras mejores que las de otras vacunas utilizadas en el país como, por ejemplo, la de la influenza.

Por esto, es importante que todas las personas que puedan accedan a la vacuna, para que la posibilidad de que se propague el virus decaiga y podamos retornar a la vida cotidiana de manera rápida, ya sea con nuestras familias, amigos y en nuestro trabajo.