
“Psicosis de la IA”: ¿puede el exceso de interacción con la inteligencia artificial transformarse en un riesgo laboral?
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en los últimos años ha transformado profundamente la manera en que trabajamos y nos relacionamos con la tecnología. Desde la automatización de procesos repetitivos hasta la asistencia en la toma de decisiones estratégicas, las herramientas de IA se han vuelto parte del día a día en empresas de todos los tamaños.
Sin embargo, este avance no está exento de desafíos. A medida que la productividad crece, también surgen advertencias sobre los posibles efectos adversos que un uso excesivo de estas plataformas podría tener en la salud mental de las personas.
En este escenario, se ha comenzado a hablar de la llamada “psicosis de la IA”, un fenómeno que describe alteraciones psicológicas en usuarios que interactúan de manera prolongada o intensa con herramientas de inteligencia artificial. Aunque aún se trata de un concepto en desarrollo, ya existen señales que preocupan tanto a especialistas en salud mental como a expertos riesgos laborales.
La inteligencia artificial y su papel en el trabajo moderno
En la actualidad, pocas áreas del mundo laboral han quedado al margen del avance de la IA. Profesionales del marketing, el periodismo, la educación, el diseño, la ingeniería y el servicio al cliente utilizan diariamente estas herramientas como apoyo para optimizar su desempeño. Los algoritmos permiten redactar documentos en minutos, automatizar respuestas a clientes, crear prototipos digitales y analizar grandes volúmenes de datos en tiempo récord.
Desde un punto de vista empresarial, la incorporación de inteligencia artificial supone beneficios evidentes, como el aumento de la productividad, reducción de costos, mejor experiencia para clientes y más eficiencia en los procesos internos. Para muchos trabajadores, también representa la posibilidad de contar con un asistente siempre disponible, capaz de resolver dudas técnicas, sugerir soluciones creativas o aligerar la carga de trabajo.
Este panorama explica por qué en tan poco tiempo la IA se ha vuelto un recurso indispensable en múltiples industrias. Sin embargo, la dependencia excesiva de estas tecnologías comienza a generar inquietudes, especialmente cuando el límite entre la herramienta y la interacción humana se difumina.
Cuando la herramienta se convierte en riesgo: los problemas de un uso excesivo
Uno de los principales desafíos asociados a la IA está asociado a la forma en que los usuarios se relacionan con ella. En algunos casos, el nivel de interacción llega a tal punto que se establecen vínculos emocionales o de dependencia hacia los sistemas, como si fueran interlocutores reales.
De acuerdo con reportes recientes en Europa y Estados Unidos, algunos usuarios han experimentado episodios de delirios, despersonalización o conductas obsesivas luego de largas jornadas interactuando con plataformas conversacionales de IA. Incluso, ciertos individuos comenzaron a atribuir intenciones “humanas” a los asistentes virtuales, llegando incluso a verlos como entidades superiores o “dioses digitales”.
Esto se explica porque la IA conversacional está diseñada para imitar patrones del lenguaje humano, lo que genera una sensación de proximidad y comprensión difícil de diferenciar de la interacción con una persona real. El riesgo es que, al pasar horas frente a estas plataformas, algunos usuarios comiencen a perder el sentido crítico y la distancia emocional necesaria.
En el ámbito laboral, este problema se intensifica. La presión por cumplir metas, la carga de trabajo digitalizada y la necesidad de mantenerse actualizado en nuevas herramientas tecnológicas pueden generar un terreno fértil para la dependencia de la IA. El trabajador no solo la utiliza como apoyo, sino que empieza a depositar en ella su capacidad de análisis, su creatividad e incluso su validación emocional.
Una alerta en la salud mental y las enfermedades laborales
Los riesgos asociados al uso excesivo de la inteligencia artificial deben ser entendidos también como un desafío en materia de salud laboral. Así como en su momento se reconoció el síndrome de burnout, agotamiento profesional derivado del estrés crónico en el trabajo, hoy la llamada psicosis de la IA podría abrir un nuevo capítulo en la discusión sobre enfermedades profesionales.
Los síntomas descritos hasta ahora incluyen insomnio, ansiedad, dificultad para diferenciar entre lo real y lo digital, aislamiento social e incluso episodios psicóticos en los casos más extremos. Aunque se trata de experiencias poco frecuentes, los especialistas subrayan la importancia de prevenir antes de que se convierta en un fenómeno más amplio.
Además, hay que considerar que este riesgo se suma a otros problemas ya conocidos en la era digital, como la fatiga visual por pantallas, el sedentarismo, el estrés tecnológico y la sobrecarga de información. En estos casos la IA, en lugar de ser un alivio, podría transformarse en un factor adicional de presión para quienes trabajan en ambientes altamente digitalizados.
Así, la prevención dentro de las empresas se ha vuelto clave para enfrentar estos problemas. Si se reconocen los posibles efectos de la sobreexposición a la IA, será necesario implementar medidas similares a las que ya existen para otros riesgos laborales. Entre estos aspectos aparecen las pausas activas, límites de interacción, programas de salud mental y capacitación en el uso responsable de la tecnología.
Hacia un equilibrio entre tecnología y bienestar
Uno de los principales desafíos que trae el uso de la IA en el trabajo y los posibles efectos negativos que tenga, es tratar de encontrar un equilibrio entre el bienestar de los trabajadores y el uso de herramientas tecnológicas.
La solución no está en rechazar el uso de inteligencia artificial, sino en aprender a convivir con ella de manera sana y consciente. En tanto, para los trabajadores, el desafío es mantener la IA como un complemento y no como un reemplazo de la interacción humana o de la capacidad de pensamiento crítico.
En el plano organizacional, los líderes deben fomentar una cultura de uso responsable, donde la tecnología sea vista como una herramienta de apoyo y no como un sustituto de las relaciones laborales o de la autonomía profesional. Del mismo modo, los equipos de recursos humanos y prevención de riesgos tienen la tarea de monitorear cómo las nuevas tecnologías afectan la salud psicológica de sus colaboradores.
Los expertos coinciden en que también se requiere una mirada desde las políticas públicas. Así como se han diseñado normativas en torno al teletrabajo o a la ergonomía digital, es probable que en un futuro cercano se discuta sobre la regulación del tiempo de exposición a la IA, los criterios de capacitación y las garantías de salud mental para quienes la utilizan de manera intensiva en su vida laboral.
El avance de la inteligencia artificial ofrece enormes oportunidades, pero también plantea interrogantes inéditas en el ámbito de la salud mental y laboral. La llamada “psicosis de la IA” es una alerta temprana sobre lo que puede ocurrir cuando las herramientas tecnológicas dejan de ser un apoyo y comienzan a influir en la percepción de la realidad y en el bienestar psicológico de las personas.
En un país como Chile, donde la transformación digital avanza a gran velocidad, resulta urgente abrir la conversación sobre este tema. El desafío es lograr un equilibrio, aprovechando el potencial de la inteligencia artificial sin poner en riesgo la salud mental de quienes la utilizan.
De esta forma, el futuro del trabajo no será solo más tecnológico, sino también más humano en la medida que seamos capaces de diseñar entornos laborales donde la innovación conviva con el cuidado integral de las personas.