
Qué leyes empresariales marcarán Chile en 2026: lo que las empresas deben conocer
Las regulaciones empresariales en Chile se están transformando en un momento en que la innovación tecnológica, la protección de los derechos laborales y la privacidad de los datos se vuelven imperativos dentro del mercado.
Para 2026, varias normas ya aprobadas o en proceso adquirirán plena vigencia o cobrarán una mayor relevancia, obligando a las organizaciones a adaptarse con anticipación. Entre ellas se destacan principalmente la nueva Ley de Protección de Datos Personales y la Ley Karin.
Estas iniciativas no solo representan desafíos para el próximo año, sino que también apareen como oportunidades para fortalecer la relación con clientes, mejorar la gobernanza interna y ganar competitividad en mercados exigentes.
A continuación, se explican las leyes más relevantes que las empresas deberán internalizar durante 2026, cómo incidirán en la gestión diaria y qué pasos estratégicos conviene anticipar para estar preparados.
La Ley de Protección de Datos Personales como eje estructurador
Una de las transformaciones más profundas será la nueva normativa de protección de datos personales, ya que la antigua ley que regulaba la privacidad de las personas tenía estándares que habían quedado rezagados frente a los desafíos digitales del siglo XXI.
Con la aprobación de la Ley N° 21.719, Chile dará un salto hacia estándares modernos, alineándose con regulaciones como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea, cuya norma establece derechos más robustos para los titulares de datos, obligaciones ampliadas para quienes los tratan, y la creación de una Agencia de Protección de Datos Personales, que tendrá facultades de fiscalización, sanción y supervisión.
Para las empresas, esto significa que deberán revisar cada base de datos, cada flujo de información personal y todas las operaciones donde intervenga información sensible. La medida exige consentimientos explícitos, evaluación de impacto en tratamientos de alto riesgo, protocolos de seguridad y transparencia ante los titulares.
Las sanciones también serán severas, incluyendo multas y responsabilidades administrativas que pueden afectar no solo la reputación empresarial, sino también la operatividad en mercados donde la confianza del cliente es clave.
Durante 2026 será el año en que muchas obligaciones de esta ley deberán aplicarse de forma completa, cuando entren en vigor los reglamentos secundarios y cuando la nueva agencia comience a fiscalizar activamente. Las empresas que se adelanten a estos cambios estarán en ventaja, adaptando sus sistemas y cultura interna para evitar sanciones costosas.
Ley Karin: prevención de acoso, violencia y protocolos obligatorios
Otra ley con impacto creciente en el entorno empresarial es la llamada Ley Karin, vigente desde agosto de 2024, pero cuyo despliegue y exigencia serán más visibles en 2026 a medida que las organizaciones se enfrenten a supervisiones y auditorías.
Esta normativa reformó el Código del Trabajo y otros cuerpos legales para prevenir, investigar y sancionar el acoso laboral, sexual y la violencia en el lugar de trabajo, obligando a las empresas a contar con protocolos escritos, mecanismos de denuncia efectivos, capacitación permanente y garantizar un ambiente laboral con dignidad y respeto.
Para los empleadores, esto implica que no basta con registrar un protocolo en papel, sino que debe haber preocupación en su activación y reconocimiento por parte de los trabajadores, impulsando procedimientos de investigación, protección del denunciante y sanciones reales.
La norma exige una transformación de cultura organizacional y una responsabilidad más proactiva por parte de los liderazgos. Las empresas que logren internalizar estos protocolos como parte de su identidad organizacional tendrán un terreno más sólido en litigios, relaciones internas y cumplimiento legal.
Sinergias, desafíos y leyes complementarias que acompañan
Aunque la nueva ley de datos y la Ley Karin son dos pilares destacados, no son los únicos cambios normativos que las empresas deberán enfrentar, ya que la regulación sobre responsabilidad de datos, derechos de los usuarios, incorporación de tecnologías éticas y exigencias de transparencia crecerán en paralelo.
Por otro lado, la integración de estas leyes en los sistemas de gestión, recursos humanos, tecnología y riesgo requerirá inversión en capacitación, rediseño de procesos y auditorías internas. Las empresas que dejen esto para último momento enfrentarán sanciones, reprocesos y costos mayores de ajuste.
También es importante destacar que estas leyes interactúan entre sí. Por ejemplo, el manejo correcto de datos personales se vincula directamente con los protocolos de denuncia de acoso o violencia, por lo que las áreas de recursos humanos, legal y TI deberán trabajar de forma coordinada.
Oportunidades para quienes anticipen el cambio
El 2026 se perfila como un año decisivo para las empresas chilenas. Quien logre adaptarse con anticipación tendrá ventaja competitiva, mejor reputación y confianza ante clientes, empleados y mercados internacionales. No basta con interpretar la letra de la ley, se trata de internalizar una cultura de cumplimiento, transparencia y respeto al trabajador.
Para las organizaciones, el primer paso es auditar brechas, identificando dónde están las deficiencias en protección de datos, en protocolos internos, en capacitación y en gestión de riesgos. Luego, diseñando un plan escalonado para adaptar sistemas, formar equipos y certificar procesos antes de que la fiscalización se intensifique.
Y para quienes buscan oportunidades en el mercado laboral, estos cambios generan campos de acción nuevos: especialistas en protección de datos, oficiales de cumplimiento, auditores internos, encargados de bienestar laboral y roles de supervisión de protocolos estarán más demandados.
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