Expectativas laborales y económicas para 2026: un nuevo escenario para el empleo en Chile
El cierre de 2025 deja a Chile frente a un escenario de transición. Tras un período marcado por bajo crecimiento, cautela empresarial y una recuperación del empleo más lenta de lo esperado, el país se prepara para enfrentar 2026 con expectativas que, aunque moderadas, muestran señales de ajuste y reordenamiento.
El cambio en el ciclo político y el giro en las prioridades del nuevo gobierno recién electo abren un nuevo contexto macroeconómico que impactará directamente en el mercado laboral, las decisiones de inversión y las proyecciones de contratación para el próximo año.
Si bien no se trata de un escenario de expansión acelerada, distintas señales apuntan a un clima de mayor previsibilidad para las empresas, lo que podría traducirse en una reactivación gradual del empleo formal, especialmente en sectores estratégicos de la economía chilena.
Un 2025 marcado por la cautela y la contención
Durante gran parte de 2025, el mercado laboral se movió con prudencia. Las empresas privilegiaron la contención de costos, la optimización de equipos existentes y la contratación puntual antes que expansiones significativas de personal. Esto se tradujo en procesos de selección más largos, contratos temporales, mayor uso de servicios externos y una demanda concentrada en perfiles operativos y técnicos.
A nivel macroeconómico, el bajo dinamismo del consumo interno, la desaceleración de la inversión y la incertidumbre regulatoria influyeron directamente en las decisiones de contratación. Muchas organizaciones optaron por esperar señales más claras antes de comprometer nuevas inversiones en capital humano.
Sin embargo, hacia el último trimestre del año comenzaron a observarse indicios de cambio. La estabilización de variables clave, junto con expectativas de mayor orden fiscal y un enfoque distinto en materia de seguridad y crecimiento económico, empezó a generar un clima algo más favorable para la planificación de mediano plazo.
El nuevo contexto macroeconómico y su impacto en el empleo
El inicio de un nuevo ciclo político suele traer consigo ajustes en prioridades, enfoques y señales al mercado. En el caso de Chile, las expectativas para 2026 están estrechamente ligadas a un giro en el manejo de la economía y a una agenda centrada en reactivar la inversión, fortalecer el orden institucional y generar condiciones para el crecimiento.
Desde la perspectiva laboral, estos cambios podrían tener efectos concretos. Un entorno percibido como más estable y predecible tiende a reducir la incertidumbre empresarial, uno de los principales frenos a la contratación. Cuando las empresas pueden proyectar escenarios con mayor claridad, aumenta la disposición a crear empleo, renovar contratos y abrir nuevos procesos de selección.
Además, una agenda orientada a la eficiencia del gasto público y al fortalecimiento del sector privado podría impulsar proyectos en áreas como infraestructura, logística, energía, minería, servicios y comercio, todos sectores con alta capacidad de generación de empleo directo e indirecto.
La recuperación leve que se espera en las expectativas de contratación
De cara a 2026, las proyecciones laborales apuntan a una recuperación gradual del empleo, más que a un repunte brusco. Las empresas no anticipan contrataciones masivas generalizadas, pero sí un aumento progresivo en la demanda de trabajadores, especialmente bajo modalidades formales y temporales.
Uno de los principales cambios esperados es una mayor disposición a contratar para cubrir vacantes estructurales que fueron postergadas en años anteriores. Muchas organizaciones han operado con equipos ajustados durante largo tiempo, lo que ha generado sobrecarga laboral y pérdida de eficiencia. En ese contexto, 2026 podría convertirse en un año de normalización de dotaciones.
También se espera un aumento en la contratación por proyectos, servicios transitorios y empleos estacionales, una tendencia que ya se ha consolidado en el mercado chileno y que permite a las empresas adaptarse a escenarios aún cambiantes sin asumir compromisos de largo plazo.
¿Cuáles serán los sectores con mejores perspectivas laborales?
En el nuevo escenario que afrontará nuestro país, no todos los rubros enfrentarán 2026 de la misma manera. Por esto, algunos sectores aparecen mejor posicionados para liderar la recuperación del empleo.
La construcción y la infraestructura podrían mostrar un repunte relevante si se reactivan proyectos de inversión pública y privada. Este sector tiene un fuerte efecto multiplicador sobre el empleo y suele reaccionar rápidamente ante cambios en el ciclo económico.
Así mismo, el comercio y los servicios seguirán siendo grandes generadores de empleo, especialmente en formatos flexibles, temporales y de atención al cliente. La recuperación del consumo, aunque gradual, podría impulsar nuevas contrataciones, particularmente en cadenas de retail, logística y distribución.
La industria, la minería y la energía también concentran expectativas positivas, sobre todo en perfiles técnicos, operativos y especializados. En estos sectores, la demanda de mano de obra calificada suele estar vinculada directamente a proyectos de inversión y expansión productiva, los que se podrían destrabar por los cambios esperados en temas como la burocracia de los entes estatales.
Finalmente, áreas como transporte, seguridad, mantención, limpieza industrial y servicios operacionales seguirán siendo clave en la generación de empleo formal, muchas veces a través de empresas de servicios y outsourcing.
El rol de la seguridad y el orden en las decisiones laborales
Uno de los elementos que más peso tendrá en las expectativas laborales para 2026 es la percepción de seguridad. Para muchas empresas, especialmente aquellas con operaciones territoriales, logísticas o de atención presencial, el entorno de seguridad es un factor determinante al momento de invertir y contratar.
Un escenario con mayores certezas en esta materia puede incentivar la reapertura de turnos, la ampliación de horarios, la expansión de sucursales y el desarrollo de nuevos proyectos, todos factores que impactan directamente en la generación de empleo.
Desde el punto de vista de los trabajadores, un entorno más estable también favorece la búsqueda de empleo formal y la movilidad laboral, elementos clave para dinamizar el mercado del trabajo.
Un mercado laboral que exige adaptación
Si bien las expectativas para 2026 muestran señales de mejora, el mercado laboral seguirá siendo exigente. Las empresas buscarán perfiles versátiles, con capacidad de adaptación, habilidades técnicas y disposición al aprendizaje continuo. En este contexto, la empleabilidad estará cada vez más ligada a la capacidad de responder a contextos cambiantes.
Para los trabajadores, esto implica la necesidad de mantenerse actualizados, fortalecer competencias y estar abiertos a distintas modalidades de empleo. Para las empresas, el desafío será equilibrar eficiencia, flexibilidad y estabilidad laboral.
Un 2026 con cautela, pero con mejores perspectivas
Las expectativas laborales y económicas para 2026 en Chile no hablan de un año de euforia, pero sí de un escenario más ordenado, con mayor previsibilidad y mejores condiciones para la toma de decisiones. El cambio de ciclo abre una oportunidad para corregir ineficiencias, reactivar la inversión y generar empleo de manera gradual y sostenida.
El desafío estará en transformar estas expectativas en resultados concretos. La evolución del empleo dependerá de múltiples factores, desde la implementación de políticas macroeconómicas hasta la capacidad de las empresas para adaptarse y crecer en un entorno aún desafiante.
Para quienes buscan trabajo, 2026 podría traer más oportunidades que los años anteriores, especialmente en sectores operativos, técnicos y de servicios. Para las empresas, será un año clave para planificar, reorganizar equipos y apostar por un crecimiento responsable.
En ese contexto, contar con apoyo especializado en procesos de reclutamiento, selección y servicios transitorios será fundamental para enfrentar de mejor manera un mercado laboral que comienza a moverse nuevamente, pero que aún exige prudencia y estrategia.
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