En el escenario actual que vivimos, uno de los aspectos de la vida común que más se ha visto afectado ha sido el mundo laboral. La pandemia nos ha obligado a trabajar con nuevos métodos y tecnologías, mientras que la grave crisis económica ha elevado la cesantía y disminuido las oportunidades laborales en la industria. Y si hay un grupo al que la situación le ha afectado con mayor fuerza han sido las mujeres.

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadísticas, el desempleo femenino se encuentra actualmente en el 11%, más de un punto porcentual sobre la cesantía masculina (9,8%) en el trimestre móvil diciembre 2020-febrero 2021. En tanto, a nivel latinoamericano la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que más de 13 millones de mujeres tuvieron que dejar sus labores, ya sea por problemas en sus empresas o por decisión familiar.

De hecho, si se revisa los datos de todo este último año, en el peor momento de la pandemia casi un millón de mujeres dejó sus puestos laborales en Chile y abandonaron la fuerza de trabajo, ampliando la brecha de género en el mundo de la participación laboral a cifras que no se veían hace casi una década, según un informe realizado por el Banco Mundial.

La preocupación por la brecha de género y las condiciones laborales

Una de las principales preocupaciones a la hora de hablar de empleo dentro de las mujeres es la brecha de género que existe en la industria laboral, ligada especialmente a la desigualdad en las condiciones y el salario en comparación a un hombre que realice las mismas labores.

En este ámbito, un estudio realizado por la Universidad de Chile reveló que más de un 65% de sus funcionarias ha tenido problemas de concentración para realizar su trabajo de forma remota debido a las actividades familiares y domésticas. En los hombres, este ítem sólo llegó al 50%.

A su vez, la brecha de género se ve reflejada al momento de comparar los salarios de empleados femeninos y masculinos, incluso en aquellas actividades esenciales en medio de la crisis sanitaria como la salud. Según un estudio liderado por la Organización Mundial de la Salud, casi un 70% de los trabajadores del área son mujeres, pero sus remuneraciones son en promedio un 28% inferiores a las de los hombres.

Las tareas domésticas marcan el impacto

A la hora de revisar otros factores que han marcado este impacto entre hombres y mujeres en el mercado laboral en medio de la pandemia, uno de los que marca diferencias el trabajo doméstico y los cuidados no remunerados, ya sea a hijos u otros familiares.

Según el informe del Banco Mundial, las mujeres dedican más de 4 horas en promedio a este tipo de actividades, mientras que los hombres apenas superan las dos horas, brecha que se repite al separar los casos dependiendo de si las mujeres se encuentran trabajando, sin empleo o inactivas.

La situación del empleo femenino también depende de las responsabilidades que tienen las mujeres en sus propios hogares. Por ejemplo, en aquellas consideradas como jefas de hogar, el empleo ha tendido a estabilizarse en los últimos tres meses, situación diametralmente opuesta a aquellas madres de niños menores a 5 años, en las cuales la caída del empleo llega a un 27%.

Esto ocurre porque, en el caso de las jefas de hogar, la responsabilidad de ser el sostén económico de sus familias las ha obligado a volver al mercado. En cambio, aquellas que tienen a su cuidado a hijos menores han debido enfocar sus esfuerzos en proteger a su familia, principalmente por la imposibilidad de llevar a sus hijos a salas cuna, jardines infantiles o colegios.

Esta misma situación ha llevado al aumento en la proporción de mujeres que ha dejado de trabajar temporalmente debido a que han asumido exclusivamente las tareas de cuidado en su hogar en medio de la crisis sanitaria, como muestra el siguiente cuadro:

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Fuente: Banco Mundial.

El apoyo gubernamental para el trabajo femenino

Para mejorar el escenario actual que atravesamos, el Estado ha impulsado una serie de medidas para contrarrestar esta situación y apoyar a las mujeres a retornar al mundo laboral.

Por ejemplo, se ha fortalecido el Bono al Trabajo de la Mujer, que consiste en un aporte monetario para mejorar sus ingresos, incentivando la incorporación femenina al mercado laboral. Éste se paga de manera anual a aquellas mujeres que tengan una renta bruta mensual inferior a los $489.000 pesos.

A esto se suman los Subsidios Regresa y Contrata. En el caso del primero, considera un aporte estatal de 200 mil pesos mensuales a la remuneración de aquellas trabajadoras que regresen a sus labores tras una suspensión por acto de autoridad o mutuo acuerdo. En tanto, el segundo busca impulsar el ingreso de nuevos trabajadores al mercado laboral con un aporte de 60% en la remuneración bruta de cada trabajadora con un tope de $270.000.

Al mismo tiempo, se creó el Subsidio Protege, el cual entrega un bono de 200 mil pesos mensuales por cada niño o niña menos de 2 años que tengan bajo su cuidado a aquellas trabajadoras que no tengan garantizado el derecho a sala cuna con sus empleadores. Este monto se entregará por tres meses, aunque puede renovarse hasta por 6 meses según las condiciones sanitarias.

Pero también se han generado otras instancias como el Sello Mujer Construcción lanzado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el cual entregará un puntaje adicional en los procesos de licitación que realice la cartera a aquellas empresas que cuenten con una dotación de, al menos, un 10% de mujeres en su nómina. Así, se busca acortar la brecha en un sector particularmente desigual como lo es el de la construcción.

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